Estábamos indignados, despertamos y salimos a la calle, ese despertar
supone mucho más que darse cuenta de que te roban y de que hay que
empezar a hacer algo y a reclamar lo que es de uno, lo que es de todos,
supone un trabajo individual de control sobre el propio ego que nos
mantiene en la dualidad y en la separación, un cambio evolutivo, supone
subir un escalón más en los estadios de conciencia. No es práctico
enfocarse en lo que te debilita, enfoquémonos en nuestra visión de un
mundo justo, abundante y pacífico y esto nos retroalimentará para
conseguirlo.
¿Si deseo justicia la conseguiré siendo
injusta? ¿Si deseo amor lo consigo a través del maltrato? ¿Si quiero
abundancia la consigo desperdiciando mis recursos? ¿Si deseo la paz la
consigo ejerciendo la violencia? Responder a estas preguntas
afirmativamente supondría un acto de total incoherencia e ignorancia
pero además supondría un acto de deslealtad interna, porque si la
injusticia, el odio, la violencia, la carencia, la mentira y el abuso de
poder me hacen sentir mal, no puedo utilizar esas mismas herramientas
que me debilitan para combatirlas, me sentiré peor, por mucho que quiera
engañarme pensando que a través de ellos puedo conseguir satisfacción,
será solo una ilusión momentánea.
Quien consiguió su
propósito Gandhi o Hitler? Por muy manido que sea acudir a este ejemplo y
se pueda o no estar de acuerdo con todo lo que hizo, la India se
independizó de Inglaterra, murió mucha gente, pero en la Segunda Guerra
Mundial murieron muchos más, la respuesta pacífica ejercida mediante la
desobediencia civil masiva, continuada y contenida en la no-violencia,
fue lo que hizo que los indios pusieran el billete de vuelta en la mano a
los ingleses, fue la coherencia y la valentía india manifestada a
través de la paz de un pueblo que perdió el miedo, lo que determinó que
consiguieran su propósito en aquel momento aunque queden muchas otras
cosas por conseguir. La paz es valiente. El amor es valiente, la
violencia cobarde y carente de argumentos y en el 15M no hay lugar para
la cobardía. La violencia es el miedo a los ideales de los demás y como
dice Forges, la poca confianza en los propios. La violencia es el miedo a
ser menos, el recurso del incompetente, es la derrota, es la
incomunicación, el dolor, la indignidad. Y nosotros podremos estar
indignados, pero no lo somos, somos DIGNOS, somos ilusión, somos
coherencia, somos razón, somos lealtad, verdad, justicia, somos
DIGNIDAD.
El movimiento 15M lleva a la gente esperanza,
ilusión, alegría, han vencido el miedo a expresare, a tomar lo que es
suyo y merece, se ha unido, dialoga, escucha activamente, trabaja codo
con codo, porque como rezaba una pancarta “No necesitamos la violencia,
nos sobran las razones y la sensatez” y el movimiento se ha extendido
como la pólvora por todo el mundo, sigue haciéndolo ¿por qué?¿Por qué
hasta ahora ninguna revolución ha desembocado en un real estado de
bienestar y paz para los pueblos equitativo y justo donde se respeten
los derechos humanos y al planeta? Porque hasta ahora siempre se ha
actuado igual, se ejercía esa exigencia desde la rabia, la violencia, la
falta de diálogo, y sobre todo, de escucha activa; porque no ha sido
nunca incluyente, ni respetuosa, porque no se ha ejercido la paz, ni se
ha hablado de conciencia, ni del respeto al propio cuerpo, ni de
verdadero y profundo respeto y amor por el otro. Si perdemos eso, nada
nos diferenciará y el 15M perderá fuerza porque en la No-violencia en
todas sus formas está el eje central que nos sostiene y lo ha hecho
crecer. Si queremos un cambio ya toca hacer las cosas de otra manera,
llevamos miles de años con la misma fórmula, el ojo por ojo, la
respuesta reactiva, no meditada y violenta y ¿qué hemos conseguido? La
ilusión de un mundo justo, que la gente siga dormida mientras el lado
oscuro del poder sigue enriqueciéndose. Forzándonos a la violencia, así
nos siguen manipulando ¿y nosotros vamos a volver a hacerles el juego?
No es el camino, como decía Gandhi, no hay camino a la paz, la paz es el
camino. Somos guerreros, pero de luz, y la espada que nosotros tenemos
que empuñar es la del cambio interior, empoderándonos, ejerciendo un
consumo responsable, comprando solo a empresas conscientes,
desobediencia civil continuada y pacifica, cuidando del otro, cuidando
nuestra salud de forma natural y no invasiva, dándoles donde más les
duele, en la cartera y metiendo el dedito en sus conciencias con nuestro
ejemplo, seguros y confiados y expresándonos, hasta que el agujero se
haga más grande y entre la luz. Nos tienen miedo porque no nos pueden
poner etiquetas, ni cara, ni siquiera ideología. Así les desarmamos y
les quitamos sus herramientas de manipulación.
La paz
genera energía y fuerza, la violencia debilita porque es la
manifestación del Ego y el Ego provoca dolor, ceguera y separación, nos
hace extremadamente vulnerables a la manipulación, tanto es así que la
violencia ha sido la herramienta que el poder del sistema ha utilizado,
hasta ahora sin éxito para intentar buscar una respuesta violenta por
nuestra parte y poder desacreditarnos como movimiento. No les demos
justificación para destruirnos, continuemos manteniendo la sartén por el
mango.
En ningún movimiento se ha dado tanto y amor y se
ha compartido tanto. Nunca en la historia ha sucedido antes, la
no-violencia, la paz, nos mantiene unidos y fuertes. Es nuestra
oportunidad de seguir haciéndolo así de bien, si hasta ahora nos ha
funcionado, ¿por qué cambiar y volver a lo de siempre, a lo viejo y
rancio? No lo olvidemos: Fortalecemos aquello donde ponemos nuestra
atención. Elijamos bien donde ponerla
Albert Einstein dijo:
“cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder
de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La PAZ.”
Beatriz Solís Marínez