En mayo de 1968 se llamaba ilusión y se regía por tres virtudes cristianas que los malos tiempos habían
convertido en cretinas: Fe, Esperanza y Caridad. Hansel y Gretel se las prometían, allá por
aquel mayo, muy felices, pero la artera bruja acabaría engulléndoselos para el
aperitivo. Caperucita, que acabaría aliada con el lobo se convertiría en una
próspera traficante de armas. Y los siete enanos, que también habían sabido
adecuarse, habían descubierto, con Blancanieves, lo rentable que era la trata
de blancas.
El aparente silencio de Dios y la indigna bullanga del Diablo se llevaban
cada año, desde aquella primavera de 1968, el Oscar exaequo a la mejor banda sonora. Sus autores también compartían,
todos los años, el del mejor guion la mejor producción y la mejor dirección
Nadie, ni los malos, instalados en la falacia de su reducción de salarios e incremento del
paro para aumentar sus beneficios imaginaban esta grand finale de la película neoliberal europea. Eran, éramos, los
anónimos, los sin voz, los que habíamos acabando creyendo que la Imaginación
jamás accedería al poder.
Estaban, estábamos, los anónimos, en silencio pero a la escucha, educados
en la dignidad y en el sentido común que habían intentado arrebatarnos a través
de los medios de incomunicación masiva
Estaban, estábamos, los anónimos, sin representación de partidos,
asociaciones, ideologías o sindicatos cansados de sufrir crisis y reconversiones, de que los
bancos y las grandes corporaciones robasen mientras nuestros llamados “gobiernos”
miraban para otro lado. Los que sabíamos que Charlot, como el hambriento
Carpanta de aquel viejo tebeo de los años cincuenta, no tendría pollos sino
botines que llevarse a la boca Estaban,
estábamos en silencio, pero a la escucha, esperando saber cómo gestionar
nuestras vidas en presente. Queriendo, deseando dejar de ser sujetos de
servidumbres voluntarias. Deseando volver a ser personas. Hermanados por la
solidaridad, por la firme voluntad de no permitir que nos quitasen para siempre
la condición de personas.
Nadie, ni los cómodamente instalados en las aparentes riendas del mundo
imaginaban este final que es un comienzo. En una Puerta del Sol que se encendió
un 15M para irradiarse, imparable, hacia plazas, barrios y pueblos. Dando voz
a los callados, a los anónimos, en asambleas donde cada cual se representa a si
mismo. Donde cada cual se siente hermanado por una energía inusitada. Donde
Todxs somos Unx. Una energía, radiante, de amor al prójimo que nos devuelve el
rango de personas.
¿Es esto una lucha política, como
aquella infancia desmedida de mayo del 68? No. No es política. Es
meta-política. Es un cambio de paradigma de la sociedad, es un cambio del
corazón, del espíritu humano. Es un cambio evolutivo, que irradia, “que se
expande en trabajo y amor”. Es
UNIÓN, por encima de ideologías, credos, partidos, generaciones, estatus
sociales. Por encima de políticas e
intereses económicos. Poco importa qué vela enciende a las otras, si las
chispas surgieron en los países árabes, y se extendieron a Islandia y desde
allí cayeron simbólicamente en la Puerta del Sol, encendiéndola y haciéndola
irradiar a Francia,
Grecia, Portugal, Italia y Turquía, mientras llegan los ecos de nuevos focos en
América y Asia, donde la Gran Energía, El Espíritu Universal o como queramos
llamarle, ha querido soltar un desgarrón en el tejido para avisar que “el mundo
cambia cada 20 segundos y tenemos que cambiar con él”.
Es decisión colectiva, compromiso de
cada alma, de cada pequeña gota que sabe ya, para siempre, que pertenece a esta
marea, a este mar que saca su poder de todas y cada una de sus gotas. Es la
Razón, la Razón del Amor, que se ha hecho mayor de edad. Es la
reivindicación de una mayoría de edad de
la llamada “opinión pública” la que nos lleva, la que nos impulsa, porque erre que erre, porfiada
incurable, como Charlot, como Carpanta, sigue pensando en pollos y no en
botines.
Edgard(o) Oviedo
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años