viernes, 15 de julio de 2011

La razón del amor ya es mayor de edad


En mayo de 1968 se llamaba ilusión y se regía por tres virtudes  cristianas que los malos tiempos habían convertido en cretinas: Fe, Esperanza y Caridad. Hansel y Gretel se las prometían, allá por aquel mayo, muy felices, pero la artera bruja acabaría engulléndoselos para el aperitivo. Caperucita, que acabaría aliada con el lobo se convertiría en una próspera traficante de armas. Y los siete enanos, que también habían sabido adecuarse, habían descubierto, con Blancanieves, lo rentable que era la trata de blancas.
El aparente silencio de Dios y la indigna bullanga del Diablo se llevaban cada año, desde aquella primavera de 1968, el Oscar exaequo a la mejor banda sonora. Sus autores también compartían, todos los años, el del mejor guion la mejor producción y la mejor dirección
Nadie, ni los malos, instalados en la falacia  de su reducción de salarios e incremento del paro para aumentar sus beneficios imaginaban esta grand finale de la película neoliberal europea. Eran, éramos, los anónimos, los sin voz, los que habíamos acabando creyendo que la Imaginación jamás accedería al poder.
Estaban, estábamos, los anónimos, en silencio pero a la escucha, educados en la dignidad y en el sentido común que habían intentado arrebatarnos a través de los medios de incomunicación masiva
Estaban, estábamos, los anónimos, sin representación de partidos, asociaciones, ideologías o sindicatos cansados de  sufrir crisis y reconversiones, de que los bancos y las grandes corporaciones robasen mientras nuestros llamados “gobiernos” miraban para otro lado. Los que sabíamos que Charlot, como el hambriento Carpanta de aquel viejo tebeo de los años cincuenta, no tendría pollos sino botines que llevarse a la boca  Estaban, estábamos en silencio, pero a la escucha, esperando saber cómo gestionar nuestras vidas en presente. Queriendo, deseando dejar de ser sujetos de servidumbres voluntarias. Deseando volver a ser personas. Hermanados por la solidaridad, por la firme voluntad de no permitir que nos quitasen para siempre la condición de personas.
Nadie, ni los cómodamente instalados en las aparentes riendas del mundo imaginaban este final que es un comienzo. En una Puerta del Sol que se encendió un 15M para irradiarse, imparable, hacia plazas, barrios y pueblos. Dando voz a los callados, a los anónimos, en asambleas donde cada cual se representa a si mismo. Donde cada cual se siente hermanado por una energía inusitada. Donde Todxs somos Unx. Una energía, radiante, de amor al prójimo que nos devuelve el rango de personas.
¿Es esto una lucha política, como aquella infancia desmedida de mayo del 68? No. No es política. Es meta-política. Es un cambio de paradigma de la sociedad, es un cambio del corazón, del espíritu humano. Es un cambio evolutivo, que irradia, “que se expande en trabajo  y amor”.  Es  UNIÓN, por encima de ideologías, credos, partidos, generaciones, estatus sociales. Por encima de políticas  e intereses económicos. Poco importa qué vela enciende a las otras, si las chispas surgieron en los países árabes, y se extendieron a Islandia y desde allí cayeron simbólicamente en la Puerta del Sol, encendiéndola y haciéndola irradiar  a Francia, Grecia, Portugal, Italia y Turquía, mientras llegan los ecos de nuevos focos en América y Asia, donde la Gran Energía, El Espíritu Universal o como queramos llamarle, ha querido soltar un desgarrón en el tejido para avisar que “el mundo cambia cada 20 segundos y tenemos que cambiar con él”.

Es decisión colectiva, compromiso de cada alma, de cada pequeña gota que sabe ya, para siempre, que pertenece a esta marea, a este mar que saca su poder de todas y cada una de sus gotas. Es la Razón, la Razón del Amor, que se ha hecho mayor de edad. Es la reivindicación  de una mayoría de edad de la llamada “opinión pública” la que nos lleva, la que  nos impulsa, porque erre que erre, porfiada incurable, como Charlot, como Carpanta, sigue pensando en pollos y no en botines.

Edgard(o) Oviedo

1 comentario:

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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